Los Evangelios Apócrifos

¿Qué son los Evangelios Apócrifos y por qué no forman parte de la Biblia?
Al hablar del origen de la Biblia surge inevitablemente una pregunta: si hubo tantos escritos sobre Jesús y los apóstoles, ¿por qué sólo cuatro evangelios forman parte del Nuevo Testamento? La Iglesia reconoce que existieron muchos otros textos antiguos llamados evangelios apócrifos, que no fueron incluidos en el canon bíblico. Comprender qué son, qué contienen y por qué no se consideran inspirados es clave para entender la formación sólida y criteriosa de la fe cristiana.
1. Qué significa “apócrifo”
La palabra apócrifo proviene del griego y significa “oculto”, “no auténtico” o “no reconocido como inspirado”. En el contexto cristiano, se aplica a aquellos escritos antiguos que hablan sobre Jesús, María o los apóstoles, pero que no fueron aceptados como Escritura por la Iglesia.
Esto no significa necesariamente que todo su contenido sea falso, sino que no poseen la garantía de inspiración divina ni la autenticidad apostólica requerida para formar parte de la Biblia.
2. Cuándo y por qué surgieron los evangelios apócrifos
La mayoría de los evangelios apócrifos fueron escritos entre los siglos II y IV, es decir, después de los evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan). Muchos fueron compuestos:
- Para llenar curiosidades sobre aspectos de la vida de Jesús no detallados en la Biblia (por ejemplo, su infancia).
- Para difundir doctrinas particulares de grupos no ortodoxos (gnósticos, docetas, esenios, etc.).
- Como textos de uso privado en ciertas comunidades minoritarias.
Los apóstoles y sus discípulos directos ya habían muerto, y estos escritos imitando su nombre surgieron mucho más tarde, por lo que no tienen autoría apostólica auténtica.
3. Diferencias entre evangelios canónicos y apócrifos
Para que un texto fuera aceptado en el canon del Nuevo Testamento, la Iglesia primitiva consideró tres criterios:
- Origen apostólico o testigo directo (o alumno directo del apóstol).
- Uso litúrgico y universal en la Iglesia (no solo en sectas locales).
- Conformidad doctrinal con la enseñanza recibida de Cristo.
Los evangelios apócrifos fallan en uno o más de estos criterios. Además, contienen elementos que:
- Contradicen doctrinas cristianas fundamentales.
- Describen a Jesús o María con rasgos legendarios o fantásticos.
- Añaden dialogismos filosóficos propios del gnosticismo (por ejemplo, Jesús revelando “conocimiento secreto” para pocos).
4. Ejemplos de evangelios apócrifos
Aunque existen más de 30 textos catalogados como evangelios apócrifos, algunos de los más conocidos son:
- Evangelio de Tomás: compuesto por dichos atribuidos a Jesús, muchos con marcada influencia gnóstica.
- Protoevangelio de Santiago: relata detalles de la infancia de la Virgen María y el nacimiento de Jesús.
- Evangelio de Pedro: describe la pasión y resurrección con elementos exagerados o simbólicos no presentes en los textos canónicos.
- Evangelio de Judas: presenta a Judas como discípulo privilegiado y no como traidor, desde una óptica gnóstica.
No son válidos como doctrina, pero han servido a historiadores para conocer las creencias marginales que circularon en los primeros siglos.
5. ¿Hay algo “peligroso” en leerlos?
Depende del propósito. Para la Iglesia, no tienen valor doctrinal y pueden resultar peligrosos si se leen sin formación, porque contienen ideas que podrían confundir respecto a la fe auténtica. Sin embargo, para el campo histórico o académico, son testimonios de movimientos alternativos o derivados del cristianismo primitivo.
Leerlos como devoción o como revelación espiritual no es recomendable, pero conocerlos como documentos históricos puede ayudar a apreciar mejor por qué la Iglesia actuó con prudencia al definir el canon bíblico.
6. Por qué la Iglesia no “censuró” sino que discernió
No es correcto pensar que la Iglesia “ocultó” o “eliminó” estos textos arbitrariamente. Más bien, los evaluó con criterios objetivos y reconoció cuáles provenían realmente de la Tradición apostólica y cuáles no. Los apócrifos siguen siendo conocidos, editados y accesibles públicamente; simplemente no son Palabra de Dios ni base de fe.
7. Qué enseñan hoy los evangelios apócrifos a la fe católica
Aunque no sean inspirados, su existencia confirma varias realidades:
- Que Jesús existió y dejó un impacto tal que generó múltiples escritos.
- Que muy pronto surgieron doctrinas desviadas, lo que obligó a la Iglesia a custodiar la verdad.
- Que los evangelios canónicos se distinguen por su sobriedad, coherencia y antigüedad, frente al estilo legendario o filosófico de los apócrifos.
Conclusión
Los evangelios apócrifos son escritos antiguos que hablan sobre Jesús o sus discípulos, pero no poseen la inspiración divina, autenticidad apostólica ni doctrina segura necesarias para formar parte de la Biblia. Su existencia no pone en duda la autoridad del canon, sino que resalta el cuidado con el que la Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, conservó y trasmitió fielmente la verdadera revelación.
Conocerlos puede ser útil en el plano histórico, pero la fe y la vida cristiana se nutren únicamente de la Escritura inspirada, la Tradición viva y el Magisterio de la Iglesia.
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